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¿Y si fuera cierto?

enero 3, 2009

Dicen que es extraordinario con la pelota en los pies. Dicen que tiene una futuro parecido al de Messi. Dicen que es igual o mejor que Maradona. Dicen que es el futuro salvador del fútbol chileno. Pero lo que sí es seguro, es que el cabro es bueno para la pelota. Su nombre es Nelson Bustamante. Tiene 16 años, firmó contrato profesional con el Brescia de Italia, y tiene claro que debe seguir el ejemplo del mati Fernández y alejarse de todo lo que se asemeje a esa mierda de jugador apodado Piniron. A continuación, su historia.

Parte 1

Parte 2

Parte 3

Parte 4


De tullido a crack

May 8, 2008

Hablar de Manuel Francisco Dos Santos, más conocido por Mané Garrincha, como futbolista es fácil y repetido. Que es uno de los mejores jugadores de la historia. Que era un puntero derecho rápido. Que tenía una finta capaz de dejar botados sin nada que hacer a los rivales. Que le pegaba tan fuerte al balón que cortaba el viento emitiendo un sonido. En fin, muchas cosas más que muchos ya conocen.

Pero hablar de Garrincha o «la alegría del pueblo», como persona, fuera de la cancha es igual de entretenido y a la vez explica en parte el por qué de su juego lleno de fintas y entrega por el equipo. Es que Garrincha era un tipo simple, luchador, que venía de familia humilde y que lo que más le gustaba hacer era jugar al fútbol.

La niñez de Garrincha fue en su natal ciudad de Pau Grande, nombre que muchos usan para bromear con la virilidad del atacante, ya que en español significa palo grande y era conocido que Mané tenía un pene de 30 centímetros, pero esa es historia para otro momento, el hecho es que su infancia fue de sacrificio y esfuerzo debido a la pobreza de su familia.

En esa etapa de su vida fue afectado por una poliomelitis, lo que hizo que sus piernas quedaran chuecas, además tenía una con seis centímetros más corta que la otra y una desviación de la columna vertebral, problemas físicos producidos quizás porque era nacido de un incesto. Si a eso se le agrega una adicción al tabaco desde los diez años, cualquier persona normal pensaría que nunca podría jugar a la pelota.

Pero la fortaleza de Garrincha y las ganas de jugar al fútbol fueron más que esos problemas físicos y fue así como comenzó a destacar en el equipo de la empresa textil en la que trabajaba, lo que lo llevaría jugar por Botafogo en 1956, y eso que podría haber sido antes y por Vasco de Gama, pero el entrenador de esa época no lo quiso y se burló de el diciendo que «ya nos mandan hasta tullidos».

De Botafogo pasó a Corinthians, luego al colombiano Junior de Barranquilla, donde jugó un solo partido, para volver a Brasil y defender al Flamengo. Sus últimos años de jugador los vivió en el Red Star París y el Olaría de Río de Janeiro, club en el que terminó su carrera deportiva.

Pero los años de gloria de Garrincha y sus anécdotas más entretenidas los pasó en la selección brasileña y sobre todo en el mundial de Suecia de 1958, donde en un comienzo el psicólogo del equipo no le daba el pase para jugar porque lo consideraba un débil mental no apto para un juego colectivo, a pesar de eso, el entrenador del Scratch, Vicente Feota, accedió a la petición de los jugadores más experimentados y puso a Pelé y Garrincha. Desde ahí nunca más perdió con ellos en la cancha.

Fue en ese mismo mundial donde ocurrieron anécdotas que demuestran como era la personalidad de Garrincha. Por ejemplo, un día compró una radio a transistores, algo muy moderno para la época, pero el masajista de la selección lo engañó diciéndole que esa radio no le serviría en Brasil, ya que hablaban en sueco, abusando de su ignorancia. Al comprobar eso, Mané fastidiado se la vendió en 40 dólares, más de la mitad de lo que le costó.

Pero quizás la más notable de sus historias es la que ocurrió luego de que Brasil se coronara campeón del mundo, donde Garrincha en vez de celebrar preguntaba contra quién jugaban el próximo partido, ya que no entendía que un campeonato no tuviera segunda rueda, demostrando así que solo se dedicaba a jugar, sin importar el lugar.

Un chileno que le tocó enfrentarlo en cancha fue Luis Eyzaguirre, también conocido como Fifo, quien recuerda a Garrincha como «un jugador con un dribling endemoniado y muy difícil de marcar», tanto es así, que las instrucciones dadas por Fernando Riera en 1962 eran las de «anticiparlo, porque una vez que te enfrentaba era imposible quitarle la pelota».

Eyzaguirre pudo compartir fuera de la cancha con Garrincha en el mundial de Inglaterra de 1966. «Como quedamos eliminados nos dieron descanso, así que Mané me invitó a su habitación, donde nos tomamos unos tragos. El era una persona muy tranquila y tímida, hablaba poco», recuerda Fifo.

Es que Garrincha era así, de personalidad tímida, que se transformaba con el balón en sus pies y con una vida privada intensa, lo que lo llevó a la muerte en 1983, producto de una congestión pulmonar y de un síndrome alcohólico. Fue el fin del que para muchos es el verdadero mejor jugador de la historia, muchas veces tapado por la figura de Pelé.

El día en que los cruzados quisieron ser barra brava

marzo 13, 2008

Que me perdonen mis amigos que son hinchas de la Católica. También que me perdonen aquellos que también son forofos de ese equipo, pero que los estoy metiendo en un mismo saco. Pero hay que ser muy tarado para lanzarle pilas, monedas y cuanta cosa tenían en la mano a Alexis Sánchez. ¿Qué culpa tiene el «niño maravilla» de que lo haya contratado River?

Insisto, que me perdonen, pero es que esa manga de oligofrénicos me molestaron. Fue dramático ver como sacaban a Sánchez escoltado por la policía. Para más remate, su lesión se fue al carajo cuando tuvo que apurar el paso, con claras muestras de dolor en su rostro, por culpa de esos COBARDES que tiran la piedra y después esconden la mano.

Da rabia. Da verguenza. Da de todo. Alexis es un jugadorazo, clave para la selección. ¿Qué pasa si por culpa de salir apurado se lesiona más aún y lo perdemos para los partidos de la «Roja»? Sería fatal. Sobre todo ahora que no tenemos jugadores de nivel, ya que el único que la puede romper está castigado por tirar jamones en un hotel, otro renunció porque siempre le quedó grande la camiseta y los demás no están jugando de manera regular por sus equipos.

El problema es que estos giles piensan que mientras más griten mejor jugará su equipo, pero la historia ha demostrado que el público no influye en el rival cuando este es un equipo fuerte. Ejemplo más claro es lo que pasó con Colo Colo en la Sudamericana del 2006 cuando los dirigentes de Gimnasia y Esgrima de la Plata decidieron no vender entradas a los hinchas colocolinos por los vergonzosos incidentes del partido de ida. ¿Qué pasó entonces? Colo Colo jugó de visita, en un estadio lleno con un ambiente totalmente hostil y sin ningún hincha colocolino -aunque cuenta la leyenda que habían algunos infiltrados- en las gradas. Al final Colo Colo ganó 2 a 0 sin apoyo de los hinchas.

En fin, menos mal que no pasó a mayores lo de Sánchez y ojalá que esto cambie a futuro. Debemos respetar a nuestros jugadores, está bien pifiarlo, pero no es normal que traten de lastimarlo. En realidad no es normal que alguien trate de dañar a otro por ser del equipo rival.

Para ser justo, quiero destacar a las personas que lo aplaudieron cuando salió. Da gusto ver que aún hay gente decente que sabe valorar a los jugadores que aportan al espectáculo.